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Somos

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Somos la lluvia en el pelo, las espigas dispuestas para el pan. Somos el abuelo Siset, una mujer morena resuelta en luna.   Somos la cara al vent , ¿Qué volent aquesta gent? Somos millones de individuos con un ruego común, sin ira libertad.   Somos gotas de sangre jacobina, 14 de abril. Somos los labios que anuncian besos, arco iris de diversidad.   Somos ardiente salar y mineral, estudiantes con flequillo. Somos 23 de abril, una puerta violeta en la pared.   Somos trece rosas, Gladys del Estal. Somos Lorca en Granada, No en Viznar.   Somos Balaguer, somos Rabal, nos queda la palabra. Somos 26 millones a fusilar. Somos los que gritaron no pasaran.   I.A.C. 6 de mayo de 2024    

Tumala

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Recuerdo a Tumala como una sonrisa franca apegada a la supervivencia. Su vida no era fácil, pero supo tomar sus pinceles y colorearla como a ella le gustaba. Nunca dejaría de hacerlo, mientras tuviera pinturas ella viviría su propia historia. Recuerdo como aquella muchacha impregnó con su honesta mirada el último rincón de mi corazón. Su vida llegó a la mía como un viento fresco en la cara mostrándome mi norte perdido. Nunca tuvimos la intimidad que deseé. Lejos de descartarla, la amistad  creció aún más adentro. Recuerdo aquella  conexión que aún nos perdura a pesar de lo dispar de nuestras vidas. Su vida y la de este pescador tuvieron notas de alegría y alguna de melancolía. Nunca perdimos esa complicidad desde aquel momento en que entró a endulzar el corazón. I. A. C. 5 de mayo de 2024

Violante

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Café con verso: aquella proposición y el tañido lejano de una cítara sonaron celestiales, querida Violante. Veinticinco años de lujuria aplazada alcanzaban su fin aquella noche en que todo el elenco de musas y dioses había orquestado la más sugerente cita. No fue nada desdeñable la complicidad del siempre travieso Baco. Ciertamente, el café llegó y el verso dilatado colmó expectativas de expresión y encuentro. Luego callamos al unísono con la exactitud soñada. Las miradas entrelazadas cifraban enigmáticos mensajes de deseo de extremo a extremo y el simpático emoticono sonriente no cesaba de colarse entre el texto ausente… I. A. C. 4 de mayo de 2024

Memoria

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Cuando plantamos un árbol, en gesto solidario, oxigenamos el pasado, cultivamos memoria; aquella que los censores trataron de arrebatarnos. Cultivamos memoria, proyectamos futuro. Los muertos vuelven a la vida mostrando su rostro a la lluvia. En los aledaños de mi pueblo se yergue un árbol que planté sobre la tierra de los hombres olvidados. La existencia derramada trepa por los vasos hacia la explosión  de los ramajes que el nuevo viento mece. Entonces, la memoria nos aguijonea con invisibles aullidos para que ellas no vuelvan a  bailar solas. I. A. C. 2 de mayo de 2024

Ángeles

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Interminables pasillos con puertas que acogen desconsolados cuerpos, sentimientos malheridos. Agitado tránsito de ángeles de albo atavío. El tiempo no se detiene, transcurre tedioso, ahogando el anhelo. Ausentes las divinas cohortes de santos y demás mitos celestiales, nuestros ángeles terrenales cuidan y protegen la fragilidad que nos envuelve. Procuradores de sana alegría  mientras la negra dama siempre vigila  presta a recaudar su macabro tributo. Albura y negrura  lidian con ahínco por su recompensa. El tiempo nos sacudirá la eterna duda. I. A. C. Hospital San Pedro 25 de abril de 2024

Anoche

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Anoche… Anoche sucedió todo aquello que habíamos pactado que no ocurriría. Anoche se mecían nuestros cuerpos como cualquier noche: con mesura, con placer contenido. Pero… anoche rompimos la promesa de no prometernos nada. Anoche combatimos cuerpo a cuerpo, beso a beso, y, derrotados, caímos en convencionalismos que negábamos. Anoche nos vimos en un viaje distinto, no planeado. Anoche nos detuvimos en las estaciones que íbamos a dejar pasar. Anoche. Pero… ¡hoy ya es un nuevo día! I. A. C. Día del Libro 2024

Perdidos

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  La luz de tus ojos  se perdió en el poema anterior.  Tú no querías atarte yo quería ser libre. Y la eternidad dejó de transcurrir entre los dos. Ciertamente fue el diablo, tal vez dios,  quien con ojo tuerto nos miró. Ya no amaso humedades ni tú cuerpo se ofrece ni el mío se quita la ropa. Ya... ni vivo placer ni avidez. Descubiertos los secretos: ni ternura ni búsqueda ni lujuria ni comunión. Nuestro reloj se detuvo... a "las cuatro y diez" como también cantaba Aute. I. A. C. 17 de abril de 2024 poema anterior